Antes de nacer, una virgen, en un ademán protector, selló nuestros labios para callarnos y borrar el recuerdo. Según esta parábola que me contaron de niña en catequesis, cuando estábamos en la panza de mamá teníamos un conocimiento absoluto de todas las cosas que nos fue quitado al nacer para poder aprender a través de la experiencia.
Lo triste es que hubo otra lectura muy desatinada que subrayo el silencio e hizo y sigue haciendo estragos y la mujer ha sido históricamente su blanco de ataque mas
fácil: la han abusado, juzgado e ultrajado.
Desearía con todas mis fuerzas continuar esta lista en pasado paradójicamente perfecto pero el presente me mira inquisitivo y exasperado.
En los tiempos violentos que nos tocan vivir, esta revista mi pequeña revolución- va a hablar sin vueltas ni tapujos por nosotras: las que aun titubeamos, las imperfectas, las que tropezamos. Reimos y gracias a la risa nos levantamos y aún con la corona torcida y el jean agujereado seguimos caminando.