"Son muchos los casos a lo largo de la historia de la literatura de grandes poetas surgidxs en la desesperación de una celda. Si bien. en ese ambiente, es un dispositivo que ayuda a que el tiempo, que allí adentro se ralentiza hasta al borde de la detención total, pueda acelerarse un poco, lo interesante radica en que la escritura no sea un simple acto de catarsis, ni de confesiones personales. Más estremecedor y novedoso es la escritura que no pide perdón, que no necesita autorización, que huye de la falsedad.
En una sociedad henchida de injusticia, en una sociedad con gula de opulencia y desigualdades absurdas, pedirle solo a lxs pibes detenidxs que sean lampiños de moral o exigirles una escritura "resiliente" no es más que un discurso cómodo y fácil de ensamblar entre las banderas de la "buena gente", Cuando cada cuerpo de esxs pibes es una reserva incalculable de historias para contar, pero que siempre se ven censuradas y abroqueladas por una moral ridícula que le solicita a quien no tuvo nada desde que nació que encima "se porte y escriba bien". Mientras los ladrones más crueles pueden llegar incluso a gobernar países o provincias sin jamás perder un privilegio o seis segundos de libertad."
César González