-Estás ahí? - tecleó Estefi casi sin aliento.
Claro, sigo acá -respondió él.
-Pensé que te habías cansado. Es que no se iban más...
- Tranqui. Prendé la cámara que me gusta verte.
- Ok. Pero estoy horrible hoy. Bueh... Ya está.
Divina estás.
-Y me encanta tu camisa blanca. Menos mal que no te enojaste.
- Por la demora? Cómo no te voy a esperar a vos?!
- Yo me enojo por cualquier cosa..
- A mí me gusta que seas así.
- Cómo?
- Espontánea, tímida a veces, desconfiada, qué sé yo... Apasionada.
- Cómo sabés que soy apasionada?
- Por tu voz, mirá cómo estás susurrando ahora. Se me pone piel de gallina, y cómo te reís... Cuándo me vas a dar una foto?
Así empezó todo. Primero los halagos, después las insinuaciones y en seguida el pedido de fotos..., las malditas fotos que pronto transformaron la vida de Estefi en un verdadero infierno.
¿Cómo quedó atrapada ahí? ¿Dónde estaba la salida?